Imagen logo de la OPI

Investigar siendo joven, una suerte que no todos tienen

 20 junio, 2022

Santander, 20 jun (EFE).- Con 29 años, Marta Alonso dirige el proyecto de investigación sanitaria más ambicioso de Cantabria, pero es consciente de que ha tenido suerte porque, a pesar de que en España hay mucha gente muy buena y muy preparada, considera que su profesión está «infradotada y es precaria en muchas ocasiones».

Esta joven biotecnóloga, doctora en Fisiopatología y Farmacología por la Universidad de Salamanca y coordinadora del proyecto Cohorte Cantabria, asegura en una entrevista con Efe que la investigación es «una carrera de fondo con muchos obstáculos», a la que hay que dedicar «muchas horas y te puede absorber la vida» y que, además, entre proyecto y proyecto, te lleva al paro.

Cohorte es una iniciativa de investigación que está recogiendo datos clínicos, socioeconómicos, de hábitos de vida y de antecedentes familiares, así como muestras biológicas para 20 años de una muestra que quiere llegar a un 25 % de la población cántabra de 40 a 70 años.

De momento, el proyecto que dirige Marta Alonso en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla con su Instituto de Investigación, Idival, ha recogido datos de más de 15.000 voluntarios.

Con toda esa información se podrán hacer estudios para la identificación de nuevos biomarcadores, factores genéticos o ahondar en la fisiopatología de multitud de enfermedades.

El trabajo de la investigadora no ha pasado desapercibido y, hace poco más de un mes, recibió la beca «Stop Fuga de Cerebros», de Roche Farma, dotada con 60.000 euros para un periodo de 18 meses, que tiene como objetivo retener el talento en España.

«Es bueno para mí, que tengo que vivir, comer y pagar el alquiler, pero también para el equipo porque permite liberar fondos que provienen de fuentes públicas o que vienen de donaciones», explica a Efe.

Reconoce que lo habitual es que, cuando uno acaba el doctorado, emigre al extranjero porque la investigación en España está «infradotada» y apuesta por cambiar el chip y considerar la labor investigadora algo «fundamental como la educación o la sanidad» y «no una inversión que se hace cuando va todo bien».