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Macbeth: Cuando la ambición por el poder no repara en asesinatos

 01 abril, 2022

Valencia, 01 abr (EFE).- La producción de la ópera Macbeth, de Giuseppe Verdi, estrenada este jueves en el Palau de Les Arts de Valencia, ha puesto de relieve la ambición de alcanzar el poder a cualquier precio, incluidos los asesinatos de quienes lo detentan o son posibles adversarios, con una historia y un montaje que presentaban ciertos paralelismos con la invasión de Ucrania por el ejército de Rusia.

La referencia más evidente a la guerra que se desarrolla en Ucrania se produjo al inicio del cuarto acto, cuando Malcolm se dispone a atacar a Macbeth por haber asesinado a su padre, el rey Duncan de Escocia. Las tropas están acampadas en el bosque Birnan, convertido en esta producción en una especie de campo de refugiados, con hombres, mujeres y niños instalados junto a tiendas de campaña, arropados con mantas y descansando en colchones en el suelo, mientras se reparten alimentos y se ofrece ayuda humanitaria. Como fondo, el coro realiza un canto a la patria oprimida, convertida en tumba para sus hijos que mueren asesinados por un tirano.

El tirano es Macbeth, un general cegado por la ambición que, alentado por la revelación de unas brujas, no duda en matar, no solo al rey Duncan para ocupar su lugar, sino también a su compañero Banco, del que las adivinas han dicho que será padre de reyes.

De ese baño de sangre, y fuera del guion de la ópera compuesta por Verdi, no se escapó el propio protagonista, el barítono italiano Luca Salsi (que interpreta el papel de Macbeth) que en la parte final del cuarto y último acto sufrió una hemorragia nasal cuando estaba fuera de escena, lo que obligó al director musical, Michele Mariotti, a interrumpir durante quince minutos la representación de la ópera.

Tras ser atendido por las asistencias sanitarias, el cantante volvió al escenario con un tampón en las fosas nasales y, tras su primera intervención, fue ovacionado ampliamente por el público, que recompensó así su pundonor y entrega, ya que, sin dejar de cantar, se volvía unos segundos de espaldas a los asistentes para limpiarse los restos de fluidos que seguía destilando.