Ávila, 27 mar (EFE).- Miroslava Sivolainen, de 9 años, ha viajado durante 22 interminables días desde Ucrania hasta Ávila, donde llegó hace una semana con su madre, tras un periplo lleno de tristeza y dolor que se ha visto paliado, en parte, con la integración de la pequeña en el club «Abula Gym», donde ha seguido con su preparación como futura gimnasta.

De hecho, este sábado Miroslava ha sido la ‘estrella’ de la exhibición benéfica de gimnasia rítmica «Todos somos Ucrania», organizada por el «Abula Gym» y Cáritas Diocesana de Ávila, para recaudar fondos en favor de la ONG y con la participación de 130 gimnastas de varios clubes.

Todas ellas han querido sumarse, junto a deportistas de otras nacionalidades, a este acto solidario al que han asistido más de medio millar de personas que han aportado los simbólicos euros que costaba la entrada y las aportaciones a una fila cero.

Este acto comenzó a fraguarse antes de que el «Ábula Gym» supiera que iba a acoger a una madre ucrania y a su hija como refugiadas, según ha explicado a Efe Susana Herranz, entrenadora del club, quien ha señalado que el «compromiso» de todos hizo que pusieran en marcha esta iniciativa para «intentar ayudar en esta tragedia».

Durante la preparación, una familia de la ciudad ucraniana de Sumy, de unos 270.000 habitantes, situada en el norte de Ucrania, a unos 30 kilómetros de la frontera con Rusia, se puso en contacto con el club a través de una red social para «ver si se les podía acoger» en Ávila, ha explicado Herranz.

Una de las entrenadoras, Blanca Muñoz, se mostró dispuesta a acogerlas y desde el pasado viernes se encuentran con ella tras «22 días de viaje a través de corredores humanitarios» cuyas dificultades les hicieron pensar que «no llegarían a la frontera», según la entrenadora del «Ábula Gym».

Finalmente pudieron llegar a Ávila, donde han sido acogidas con mucho cariño, ya que son «unos ángeles» que «han llenado de vida y de alegría» a quienes están con ellas.