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«Amparo», intimismo para contar una historia colombiana muy política

 22 septiembre, 2021

Alicia García de Francisco


San Sebastián (España), 22 sep (EFE).- Tras el éxito de su cortometraje «Leidi» (2014), con el que ganó la Palma de Oro de Cannes, el colombiano Simón Mesa Soto se adentra en su primer largometraje, «Amparo», en el rostro desesperado de una madre, una historia que partió de una experiencia personal y que es tan íntima como política.
«Pensé mucho en qué quería hacer para mi primera película, estaba buceando en los años 90 en Medellín, donde viví parte de mi infancia y adolescencia y la imagen de mi madre me venía de forma recurrente», explica el realizador a EFE tras presentar su filme en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián (norte de España).
Como muchas otras madres, la suya tuvo que luchar y pagar para que su hijo se librara de un servicio militar que llevaba a casi adolescentes sin experiencia a luchar contra la guerrilla o el narcotráfico. Los jóvenes eran reclutados forzosamente por el ejército en las llamadas ‘batidas’ que realizaban por las calles.
Eso es lo que cuenta en «Amparo», que es el nombre de la madre que lucha desesperadamente por reunir los 3 millones de pesos que le reclaman para poder liberar a su hijo del servicio.
Unas batidas que se realizaban de forma habitual hasta que el Tribunal Constitucional colombiano las declaró ilegales en 2015.
El recuerdo de los esfuerzos de su madre por lograr que no hiciera el servicio militar fue el punto de partida para armar la historia del filme.
Mesa Soto quería que el peso de la historia recayera en su totalidad en el personaje de Amparo y por eso el del hijo queda desdibujado en el filme. Porque lo que le importaba reflejar era el sufrimiento y la lucha de la madre.
Un problema, el de las batidas, que afectaba especialmente a las clases más bajas, primero porque se realizan en las zonas más humildes de las ciudades y segundo porque los ricos podían pagar el dinero necesario.
«Eso generó un mercado negro, con personas con conexiones militares o directamente exmilitares, que sabían con quién hablar» para sacar a los jóvenes del reclutamiento forzoso.
Estos cuasi secuestros y la red corrupta que se montó a su alrededor eran efectos colaterales del conflicto del Estado contra la guerrilla y el narcotráfico que dominó Colombia durante años.
Y que tenía a Medellín como centro de una violencia que se normalizó, como muestra el filme.
Pero en lugar de centrarse en los aspectos políticos de la historia, que quedan en segundo plano, Mesa Soto optó por un drama intimista sobre una sola persona.
Por eso, la elección de la actriz para encarnar a Amparo fue una decisión complicada. «Toda la carga de la película estaba en ella, así que me pensé mucho esa decisión».
Un largo castin dejó a cinco actrices como finalistas y la elegida fue Sandra Melissa Torres, que no tenía experiencia como actriz y que presta su rostro serio y duro a la historia.
Aunque en realidad, reconoce el director entre risas, la actriz es todo lo contrario, es extrovertida y risueña.
Así que tuvo contenerse y rebajar su expresividad para construir un personaje que estaba muy definido en el guion, pero que se fue desarrollando en el proceso de ensayos.
Una película cuya mayor complicación residió en encontrar los fondos para financiarla en un momento en el que la pandemia redujo los fondos gubernamentales destinados a la producción de cine en Colombia.
Y cuyo paso por festivales como el de San Sebastián o el de Cannes -donde participó en la Semana de la Crítica- es imprescindible para lograr distribución.
«Para el cine pequeño, de arte, como ‘Amparo’, las ventanas que ofrecen los festivales son necesarias para venderse», resalta Mesa Soto, que reconoce que estas películas no viven normalmente de la taquilla y menos aún ahora, cuando la gente ha perdido el hábito de ir al cine. EFE
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