La cueva de La Garma desvela huellas de un adulto y el grabado de un caballo
 11 septiembre, 2021
Santander (España), 11 sep (EFE) (Imágenes: Miguel Ramos).- Las investigaciones tras las huellas de niños halladas en mayo en la cueva cántabra de La Garma han desvelado nuevos rastros sobre la actividad humana durante la época Magdaleniense -hace unos 16.500 años- como pisadas de adultos, el grabado de un caballo en el suelo y pinturas de puntos no figurativas de color rojo.
El vicepresidente regional y consejero de Universidades y Cultura, Pablo Zuloaga, y los directores de la excavación, Roberto Ontañón y Pablo Arias, han presentado estos nuevos descubrimientos de arte rupestre y huellas humanas que «consolidan» a La Garma como una de las cavidades prehistóricas «más importantes» para el conocimiento del comportamiento de las comunidades del Paleolítico.
Para Zuloaga, es «extraordinario» que, después de 25 años de investigaciones, esta cueva situada en Ribamontán al Monte siga deparando hallazgos de «magnitud» que permiten a Cantabria ser una «referencia» en la investigación científica y arqueológica, además de «epicentro» en los trabajos encaminados a descubrir la evolución de la humanidad.
Pero no solo los humanos entraron a esas dos galerías situadas en un lugar poco visible y de difícil acceso, sino que también se ha encontrado el esqueleto de un oso de las cavernas que, según los expertos, pudo acceder miles de años antes por una zona exterior. De hecho, sobre una de sus huellas también hay impregnada una pisada humana.
Pese a que se trata de una parte de la cavidad que no fue visitada con frecuencia, los exploradores paleolíticos dejaron «evidentes testimonios de su paso», como estalagmitas rotas y desplazadas posiblemente a modo de «señalización», tizonazos en la pared realizados con las antorchas con las que se alumbraban y manchas rojas en las partes más estrechas que los investigadores atribuyen «al paso de personas con vestimenta o cuerpos teñidos de colorante».
Para los directores de la excavación, lo más curioso son los rastros de pisadas en zonas de suelo blando, porque a las huellas infantiles observadas en la primera visita se le suma ahora un rastro de huellas de adulto localizadas en el lugar más remoto de la galería.
«El explorador avanzó hasta el final, y al no poder seguir dio la vuelta hacia la entrada», sostienen.
A pocos metros de ese vestigio se ha detectado una representación de caballo grabada con un instrumento punzante, siendo llamativo que se haya realizado en el suelo porque lo normal es que «se encuentren en paredes o en el techo».
Además, en distintos lugares de estas nuevas galerías se han detectado pinturas no figurativas de color rojo, en forma de composiciones de puntos realizados con la yema de los dedos tras aplicar colorante.
Los directores de la excavación se aventuran a atribuir estos testimonios arqueológicos al periodo Magdaleniense medio, es decir, hace unos 16.500 años, si bien la «fragilidad» de los restos encontrados sobre suelo arcilloso hace que se limite el acceso a la zona para la confirmación de estas hipótesis por medio de dataciones radiométricas.
Por otro lado, en la zona de La Garma donde continúan las excavaciones de las ocupaciones del Paleolítico Inferior, datadas en unos 400.000 años de antigüedad, se han descubierto tres fragmentos de hueso de extremidades de elefante, restos de una mandíbula de rinoceronte y un hendedor de ofita.
A falta de un estudio preciso que concrete las fechas exactas de estos animales que sirvieron de sustento para los pobladores, el director de la excavación, Roberto Ontañón, considera que «se está llenando un vacío arqueológico en el que se pensaba que no habían ocupaciones» entre los años 100.000, con la cueva de El Castillo, y un millón, con Atapuerca.