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La cultura chilena trata de salir a flote tras meses de duras restricciones

 24 julio, 2021

Santiago de Chile, 24 jul (EFE).- Los cines desempolvan sus butacas, los museos amplían su catálogo de actividades y los actores vuelven a los escenarios en la mayor parte de Chile esta semana, donde la pandemia remite y la cultura trata de resurgir tras más de un año contra las cuerdas por las duras restricciones.

Desde que se decretaron las primeras medidas para contener la covid-19, en marzo de 2020, las salas de cine y teatro de Santiago -donde vive casi un tercio de la población-, han permanecido clausuradas a excepción de unas pocas semanas el pasado mes de febrero, uno de los cierres más largos de Latinoamérica.

«Hasta ahora no habíamos sido integrados y considerados en la reactivación tras la pandemia, así que estamos muy emocionados y optimistas de poder regresar», afirmó a Efe Roser Fort, directora del Centro Arte Alameda, un emblemático cine de la capital que retomó esta semana sus proyecciones.

El ansiado retorno de la cultura, uno de los sectores más afectados por las restricciones en Chile junto a la hostelería y el turismo, viene de la mano de una drástica caída de contagios de covid-19 que llevó a las autoridades a anunciar un nuevo plan para encarar la pandemia con menos restricciones.

CON CARNÉ DE VACUNACIÓN

Una semana han tenido los museos, salas de conciertos y cines para poder adaptarse a la nueva realidad que hace obligatorias las mascarillas, la distancia de seguridad y el cumplimiento de estrictos aforos.

Muchos establecimientos solicitan además el «pase de movilidad» para ingresar, un carné que otorga el Gobierno de Chile a quienes han completado su vacunación -casi el 80 % de la población objetivo-, y que permite disponer del doble de capacidad a los locales que lo exijan.

En la mayor parte de barrios capitalinos, con esta identificación, el aforo es sustancialmente mayor que antes: de hasta 500 personas en espacios cerrados y 1.000 en espacios abiertos.

Felipe Mella, director del icónico Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), de Santiago, explicó a Efe que este carné será obligatorio en sus salas cerradas y aseguró que estos cambios son «imprescindibles para afrontar este complejo escenario».

«Tenemos que aprovechar esta oportunidad. Hasta ahora, la deuda con el mundo de la cultura era gigante, ha sido dramático, especialmente para muchos espacios pequeños que han tenido que cerrar», expresó.

EL «ABANDONO» DEL GOBIERNO

En unas polémicas declaraciones, la ministra de Cultura, Consuelo Valdés, afirmó en noviembre de 2020 que cada peso que se destinara al mundo de las artes «se dejaría de colocar en otros programas (para enfrentar la pandemia)».

Desde entonces, numerosos artistas han denunciado la «ausencia» es su forma de gestionar la cartera y aquejan que las ayudas sociales del Gobierno, que en total ha desembolsado más de 33.000 millones de dólares desde el inicio de la crisis sanitaria, son insuficientes y han llegado tarde.

Desde el Ministerio, sostienen que la inversión concreta para paliar los efectos de la pandemia en el sector cultural ha sido de 60.000 millones de pesos (casi 80 millones de dólares) y confirmaron que han aumentado un 19 % el presupuesto de los fondos concursables de cara a 2022.

«El sector cultural, en Chile y el mundo, ha sido uno de los ámbitos más afectados por las características propias de la actividad (…) Nosotros hemos estado siempre abiertos al diálogo y a la cooperación», manifestó a Efe la ministra.

La directora general del Observatorio de Políticas Culturales, Bárbara Negrón, alertó a Efe que en 2021 el Ejecutivo redujo por tercer año consecutivo el presupuesto de cultura de un 0,4 % del total del gasto público a un histórico 0,3 %, lo que «denota un claro desinterés» por esta actividad.

Tampoco hubo ninguna ayuda directa a los bolsillos de los trabajadores de la cultura, un sector con una alta tasa de informalidad, siendo la mayoría fondos concursables con muchas trabas burocráticas, agregó la experta.

«Este ha sido el peor año para la cultura chilena en décadas. El sector ya estaba altamente precarizado e invisibilizado pero el abandono del Gobierno lo ha dejado en un desamparo total», lamentó. EFE